Al ver que a Karim le quedaba solo un mes, estuvimos a punto de dejar de lado Laos.

Nos teníamos que ir corriendo de Vietnam porque se nos vencían los 30 días de visa. Averiguamos por pasajes de bus a Vientián (Capital de Laos) y eran la opción más económica posible. 

Mucha gente me había dicho que Laos era re aburrido y no daba más que para unos días.

El eterno bus de 20 hs que se convirtieron en 28, hizo que el grupito de viajeros del fondo se junten cual fogata, pero sin fuego. El cerdeño tocaba la guitarra mientras los otros jugaban a las cartas. 

El bus no tenía asientos en la parte de abajo, eran todas colchonetas. Arriba nuestro estaban los asientos que se reclinan casi horizontales.

Como todos viajeros intrépidos, ninguno tenía reserva de hostel y no teníamos ni la más pálida idea de dónde ir o que hacer una vez que llegamos. Negociando con un tuktuk (sin tener idea del valor real, pero negociando en fin) fuimos hacia el centro.

Uno que se puede imaginar de una capital? Grandes rascacielos con ejecutivos corriendo por la calle hablando con su bluethoot y, por que no, un grupo de indigentes tratando de sobrevivir en la calle.

Bueno, nada de esto es Ventien. Hay una cantidad sorprendente de autos importados alta gama pero no existen los edificios de mas de 2 pisos... salvo algunos templos que incluyen escuelas con figuras enormes y ocupan una manzana entera.

La única actividad con atractivo turístico era un parque con muchos budas, asique al día siguiente nos tomamos el bus local (Toda una proeza ubicarlo y saber dónde baja) y todo ese grupete fuimos hasta allá.

Gracias a mi Lonely Planet con frases en laosiano, le dijimos a una vendedora de comida que teníamos algunos vegetarianos por ahí. Entramos al templo, sacamos muchas fotos y al día siguiente partimos hacia Louang Prabang.